La mujer asesinó a sus hijos y simuló un ataque también contra suyo. Acusó a un vecino del crímen y la policía lugareña le creyó, en principio, su denuncia. Pero el acusado se declaraba inocente una y otra vez, a pesar de las golpizas y torturas que recibió.
El caso es que un Investigador de La Plata fue a Quequén a hacerce cargo del caso. Entre otras cosas, al poco tiempo de haber llegado, descubre unas manchas detrás de la puerta que le resultaron sospechosas. Había escuchado en la central de la Plata a Juan Vucetich hablar de "Huellas dactilares".
El investigador serrucha el pedazo de madera y luego hace imprimir en un papel las manos y los dedos de la mujer y también del acusado. Las huellas cohincidían con las de Francisca Rojas, la madre. La mujer termina confesando y el acusado, bastante maltrecho por las golpizas, es liberado. Nos equivocamos, flacon, nada personal....
Se trata de un triunfo importante de la razón, la inteligencia y la audacia por sobre la mediocridad y el prejuicio. Este es el mérito de ese investigador y hombre de ciencias, Juan Vucetich, a quien le debemos el sistema dactilar que hasta hoy se utiliza. La historia es estupenda. Algunos se preguntarán qué tiene que ver todo esto con el tango. Nosotros decimos que son historias "entanguecidas". El tango está en el aire, en la respiración de la historia. No encontramos mejor compañera de estos relatos que el tango. Como verán, el tango está hecho de infinitos mundos. Eso sí, todos ellos trágicos. Acompáñenos escuchando los bloques aquí:
Bloque 1 http://www.mediafire.com/?x1jwmzng233
Bloque 2 http://www.mediafire.com/?00jmwywmvmd
1 comentario:
Muy buen blog!! Me gusta mucho y lo descubrí de casualidad...
Saludos de otra mendocina
=)
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